Tlaxcala (El Universal).— Comida típica, danzas tradicionales y lectura en voz alta enmarcaron el inicio del Programa Nacional Cultura Comunitaria, que tendrá presencia en 720 municipios de los 2 mil 458 que hay en México, y en tres años tendrá cobertura nacional.
Cultura Comunitaria funciona desde la Secretaría de Cultura federal a través de la Dirección General de Vinculación Cultural, organismo que hace seis meses hizo un diagnóstico a partir del que “se escogieron lugares donde comúnmente no hay oferta cultural. También se hizo un cruce de información con índices de violencia, marginación y problemáticas sociales específicas”, dijo Esther Hernández, titular de Vinculación Cultural.
Para 2019, el organismo dirigido por Hernández tiene un presupuesto de 930 millones 868 mil pesos, y 400 fueron destinados para el Programa Nacional Cultura Comunitaria.
Composición. Cultura Comunitaria fue presentado en la Unidad Deportiva Cuauhtotoatla, en San Pablo del Monte, Tlaxcala, donde Alejandra Frausto, secretaria de Cultura, inició hace cuatro años un colectivo de fotografía con 10 niñas.
Cultura Comunitaria representa la mayor apuesta en cultura de la nueva administración y evidentemente concentra los mayores recursos. Para su presentación, Frausto estuvo acompañada por casi todos los titulares de su equipo, además de artistas como Regina Orozco y Horacio Franco, que desde antes de las elecciones ya se habían sumado a su proyecto.
El programa tiene cuatro ejes rectores: Misiones por la diversidad cultural, Semilleros creativos, Territorios de paz y Comunidades creativas.
“El proyecto se hizo a partir de la metodología ‘Milpa cultural’ que tiene tres momentos: Recoger ideas, Sembrar procesos y Cosechar alternativas”, dijo Esther Hernández.
Misiones por la diversidad cultural, dijo Hernández, consiste en registrar agentes culturales individuales y colectivos, prácticas artísticas y culturales e infraestructura con uso cultural, para tener un mapeo de cada lugar.
“Se realizarán diagnósticos participativos para identificar las necesidades de cada comunidad. Cada Misión se acompañará de un foro de derechos humanos y culturales, de un programa artístico con creadores y portadores locales que dialogarán con expresiones de otros rincones del país”, comentó Hernández.
Semilleros creativos consiste en que grupos de creación colectiva de diferentes disciplinas artísticas promuevan la imaginación en niños y jóvenes, para fomentar otras posibilidades sobre el uso del tiempo libre.
Algunas Misiones por la diversidad continuarán hoy en Tlaxcala, mientras que a partir del 9 de marzo se harán otras en Pátzcuaro, Hidalgo, Baja California y Baja California Sur. Los Semilleros creativos también iniciarán en marzo.
Territorios de paz estará enfocado en proyectos para la apropiación afectiva y la construcción colectiva del espacio público, “a través de un modelo de gestión que fortalezca las capacidades locales para generar proyectos sostenibles”. La idea es que en espacios que no cuenten con lugares para la cultura se aproveche la infraestructura existente, principalmente de las bibliotecas públicas, para volverlas centros culturales comunitarios.
Comunidades creativas es un eje concebido como transversal que involucra a creadores y procesos, para “facilitar” alianzas, fortalecer la resiliencia y equidad, a partir de un esquema de economías solidarias.
De los 400 millones, 200 serán para Semilleros creativos; 150 para Misiones por la diversidad cultural, y 50 para Comunidades creativas.
En Cultura Comunitaria se prevé la participación de 450 becarios del Programa Jóvenes Construyendo el Futuro, además serán contratados 2 mil 500 artistas y 2 mil 700 talleristas. “El pago de quien preste servicios dependerá de cada lugar, porque hay artesanos, cocineras o danzantes tradicionales que no están dados de alta en Hacienda. Reconoceremos las realidades de cada lugar”, dijo Hernández.
Mario Bellatin, titular del Fondo Nacional para la Cultura y las Artes (Fonca), adelantó que el 12 de marzo presentará el proyecto que tiene para el organismo que dirige, en el que contempla incluir disciplinas que no estaban, “para que la institución refleje la necesidad real del artista”, como danzantes y cocineros.
