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El Buen Fin 2020 avanza entre la crisis y la sana distancia

Ciudad de México (Milenio).- El Buen Fin 2020 avanza a contrarreloj, con la amenaza latente de que los semáforos epidemiológicos del país regresen a rojo en varios estados, incluyendo la Ciudad de México, la meca de los centros comerciales.

Los 12 días de ofertas -que empezaron el 9 de noviembre y terminarán el 20 (22 en el caso de la capital del país)- son la punta del iceberg de la esperada recuperación económica. La meta del comercio establecido es registrar ventas, por lo menos, de 118 mil millones de pesos, los mismos del año pasado.

Desde medio día ya hay familias enteras paseando por los grandes centros comerciales, con bolsas en cada mano, para mirar, en la mayoría de los casos; porque la crisis económica aprieta y fuerte.

En un país donde la emergencia sanitaria ha dejado a más de 12 millones de personas sin empleo, las gangas, ofertas y descuentos son una oportunidad que no muchos pueden aprovechar. 

Una, dos, tres vueltas para regresar la vista en un mismo aparador. Un hombre observa con insistencia una tienda de juguetes, pero no toda la tienda, sus ojos se concentran en una casita de muñecas con un precio de mil 500 pesos… Un último vistazo a la casita y otro a sus manos que reflejan el trabajo constante. Hace cuentas con los dedos. Su mirada pasa del entusiasmo al descontento hasta que se retira del lugar. Tal vez la próxima.

En las tiendas los carteles anunciando El Buen Fin y las ofertas son repetitivos y abrumadores. También lo son las torres de cajas de pantallas inteligentes.

A primera vista los supermercados parecen ser más grandes de lo habitual, pero solo es la perspectiva de los consumidores que se observan pequeños frente a los altos anaqueles de electrónicos.

De acuerdo con el Reporte de intención de compra Buen Fin 2020, elaborado por la Asociación Mexicana de Venta Online (AMVO), electrónicos, moda, electrodomésticos y muebles, serán las categorías más buscadas por los compradores mexicanos estos días.

Las tiendas acertadamente echan mano de las herramientas que el neuromarketing brinda a través de la estrategia de repetición.

“Meses sin intereses”, “Llévelo hoy y empiece a pagar en enero”, “envío gratis”, “20% de descuento”, las ofertas que se repiten al infinito. La gente mira, revisa etiquetas, pero sin prisa, lo normal. No se ve euforia ni entusiasmo, la gente curiosea y después se va. Como si la pandemia se hubiera llevado también la emoción de gastar lo que no se tiene.

¡Llévelo, llévelo!

En los empleados de las tiendas el entusiasmo no decae y como si se tratase de los tradicionales mercados de colonia, en cada pasillo hay por lo menos un par de vendedores con su mejor sonrisa compartiendo con los clientes sus conocimientos sobre electrónica y tecnología, para animarlos a adquirir algún producto.

Donde aparentemente ya no hay más espacio, los estibadores logran colocar una isla más de productos en descuento, a un ritmo tan coordinado que simula una interpretación dancística. Jalan, cargan, suben, acomodan y vuelven a empezar.

Con una mirada de satisfacción cómplice se sonríen entre ellos cuando llega el primer consumidor a echar un vistazo a su edificación. Con suerte esa visita terminará en una compra, empujando un milímetro más la recuperación económica del país.

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